Clima

Huracán Melissa: la furia del Caribe y el desafío del cambio climático

Hoy, el huracán Melissa tocó tierra en el oriente de Cuba tras cruzar con gran furia varias islas del Caribe. Las estimaciones señalan que el ciclón llegó con vientos sostenidos cercanos a 195 km/h al producir el impacto inicial, lo que lo categoriza como un huracán de gran intensidad según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos. Las autoridades cubanas mantenían desde la madrugada un estricto operativo de emergencia ante la inminente llegada del fenómeno.

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Las provincias orientales como Santiago de Cuba, Granma, Guantánamo, Holguín y Las Tunas habían sido evacuadas con antelación: más de 700.000 personas fueron desplazadas de sus hogares para mitigar los riesgos de inundaciones, aludes y oleaje. Brigadas eléctricas y de telecomunicaciones fueron desplegadas en toda la región oriental, mientras que las Fuerzas Armadas Revolucionarias se sumaron al rescate de comunidades aisladas.

El fenómeno amenaza con dejar una estela de destrucción: se esperan lluvias acumuladas de hasta 50 centímetros en zonas montañosas, marejadas ciclónicas de más de tres metros y fuertes vientos que podrían derribar infraestructura, postes eléctricos y árboles. Las primeras imágenes desde Santiago de Cuba mostraban calles inundadas, techos desprendidos y una severa interrupción del servicio eléctrico.

Como tema de interés, los meteorólogos y científicos del clima subrayan que huracanes como Melissa muestran un patrón de “intensificación rápida”, favorecido por aguas del Atlántico más cálidas de lo habitual. Este fenómeno evidencia cómo el cambio climático está aumentando la magnitud y frecuencia de tormentas tropicales severas en el Caribe, poniendo a prueba la capacidad de resiliencia de las comunidades y los sistemas de alerta temprana de la región.